Entrevistamos a Juan José Rodríguez García, graduado en Ingeniería Mecánica, recién titulado en el Máster Universitario en Ingeniería Industrial (ambos en la EIIC), y afectado por el incendio producido en La Palma el pasado 15 de julio.
Hola Juan José. Gracias por la entrevista y enhorabuena por tu nueva titulación de máster en Ingeniería Industrial. Vamos a empezar por el principio, porque sé que las últimas semanas han sido duras… ¿Por qué elegiste Ingeniería Mecánica como carrera universitaria?
Inicialmente, me gustaba el mundo de la medicina y me encantaba la biología, pero pasé mis primeros 8 años de vida entre médicos hasta que finalmente me diagnosticaron celiaquía. En ese momento, me di cuenta de lo que conlleva la rama sanitaria, ese entorno que al final puede ser un ambiente “triste” con el que tendría que lidiar en el día a día. Desde entonces, con 8 años, ya me gustaba más la idea de la construcción y el mundo técnico. Cuando llegó el momento de decidir qué grado escoger, me planteé hacer arquitectura, puesto que mi familia en La Palma tenía (y tiene) una empresa de construcción, pero tras la crisis del sector, me decidí por ingeniería mecánica por su gran abanico de posibilidades.
Entonces, como muchos estudiantes, tuviste que abandonar tu hogar. ¿Qué fue lo más duro de tener que desplazarte a otra isla para estudiar? ¿Y lo mejor?
Soy una persona a la que le gusta estar en familia, por lo que lo más duro fue eso, alejarme de mi familia, y también de la rutina del día a día, en la que echaba una mano en la empresa familiar. Y lo mejor, la experiencia en sí de irte fuera a estudiar: exponerte a otros entornos, conocer compañeros, etc.
Los que te conocemos vimos cómo compaginabas tus estudios con el deporte. ¿Cómo empezó ese vínculo? Cuéntanos un poco esa etapa.
Empecé en carreras por montaña un año antes de ir a la universidad, básicamente por una apuesta con mi padre. Sin haber corrido nunca, aposté que quedaría entre los 5 primeros en una carrera en Garafía, y así fue. A los tres meses, me apunté a la famosa Transvulcania (media maratón), motivado por otra apuesta, también con mi padre, y volví a ganar la apuesta. Ya luego me busqué un entrenador y me quedé “enganchado” de las carreras por montaña. Posteriormente di el salto a las carreras OCR (carreras de obstáculos), donde destaqué a nivel nacional y mundial, quedando subcampeón del mundo en la categoría de edad (23-24 años) y el 11º a nivel mundial en categoría general (con todas las edades). También fui campeón de España en la categoría general e imbatido en Canarias durante todos los años en los que competí en OCR. A partir del 2020, con el COVID y la carga de trabajo, empecé a desvincularme del mundo profesional y en la actualidad las circunstancias no me permiten seguir practicándolo de manera profesional, es decir, ni puedo entrenar lo que debería (mínimo 15h semanales), ni tampoco puedo viajar para competir. Para mí, viéndolo con perspectiva, el deporte de alto nivel durante los estudios fue un aspecto clave, puesto que a pesar de todo el tiempo que implicaba entrenar y competir, mi rendimiento académico creo que era bastante alto, es decir, el deporte me permitía estar totalmente concentrado cuando me ponía con los estudios.
Una vez terminado el grado, ¿cómo cambió tu vida?
Inicialmente me planteé ir a Alemania con mi pareja, básicamente por todas las salidas profesionales que se ofertan allí. Pero finalmente me decidí por unirme al negocio familiar (PYME del sector de la construcción con 5-6 trabajadores) y tratar de impulsarlo con los conocimientos adquiridos. Tras esa decisión, en un año pasamos de 5-6 trabajadores a 18, y actualmente somos 25. Paralelamente crecimos en infraestructuras y creo que la clave fue mi aportación en términos de planificación. Es decir, la formación recibida ha sido diferenciadora para mejorar la gestión y crecer.
Posteriormente, ¿qué te animó a cursar el máster en ingeniería industrial?
Pues básicamente la sensación o instinto que tenía de que podía seguir formándome en este mundo.
¿Fue muy duro? Ahora que lo has terminado, ¿qué fue lo más que te gustó y qué crees que te ha aportado o aportará para tu futuro laboral?
Fue duro durante el COVID, porque soy una persona muy social y echaba en falta esa interacción con los compañeros. Y lo más que me gustó y que me ha aportado laboralmente es ese “extra” de conocimiento y competencias que te da el máster frente al grado. En mi caso, principalmente lo referente a cálculo estructural, generación de presupuestos y los conocimientos adicionales en economía (balance de resultados de una empresa, por ejemplo).
Sabemos que tu familia, junto con los propietarios de la bodega Vinos Tendal, fueron los principales afectados por el incendio de La Palma del pasado 15 de julio. Cuéntanos cómo lo viviste y cómo te ha afectado esta catástrofe.
Puff… Esto daría para muchas páginas… En el momento del incendio, estaba de pesca, lejos de la zona donde comenzó el incendio, que fue justo al lado de mi vivienda actual (propiedad de mi pareja). Un vecino me avisó de madrugada y me dijo que se estaba quemando el almacén de la empresa y mi casa, donde se encontraba mi pareja, que estaba sola. Fui lo más rápido que pude, pero cuando llegué, ya había poco que hacer… Solo pudimos salvar la casa de mi pareja, pero perdimos todo el almacén de la empresa con toda la maquinaria y materiales, que está justo al lado, y también se quemó la vivienda principal de mi suegro. Además, en otra zona, el incendio también afectó a algunos terrenos agrícolas que tenemos y que son muy importantes sentimentalmente para mi padre. Pero, por otro lado, pudimos luchar con el fuego y evitar una desgracia mayor. Mi pareja, por ejemplo, se quedó sola protegiendo la casa básicamente con una manguera, mientras que mi padre se fue a una bodega de la familia. Por suerte, ambos consiguieron salvar esos inmuebles. Mientras tanto, yo me fui con otros vecinos y familia a otra zona y conseguimos evitar que el incendio se propagara por el resto de casas del pueblo, incluida la casa de mis padres. Un aspecto clave en esto fue que mi hermano es capataz BRIF, por lo que nos orientó para actuar en estas circunstancias. Hicimos incluso turnos de vigilancia para controlar los nuevos conatos de fuego mientras otros compañeros descansaban un poco tras más de un día luchando contra el incendio. En definitiva, unas circunstancias que no se pueden ni imaginar… Como decía, además de perder una parte importante de explotaciones agrícolas, hemos perdido prácticamente toda las herramientas y maquinaria de la empresa. Ahora, sin esos recursos y con 25 empleados, la logística es bastante compleja y requiere de un esfuerzo adicional para todos, pero seguimos con motivación. Las pérdidas económicas afectan, pero tenemos trabajos en marcha y espero que todo se vaya resolviendo poco a poco. Mientras haya motivación (¡y vino el pipa!), saldremos adelante.
Gracias Juan José. Seguro que, con esa mentalidad, todo volverá a la normalidad. Mucha suerte y ánimo.