Entrevistamos a Antonio Félix Suárez Sarmiento, Catedrático de Escuela Universitaria, Doctor Ingeniero Industrial.
Hola Antonio, muchas gracias por participar en esta iniciativa de miembros de la Escuela, aportando la experiencia del profesorado.
¿Cómo decidió dedicarse a la docencia?
La docencia debe tener una alta componente vocacional. Creo que, sin esa vocación, no se podrían afrontar y resolver con éxito las situaciones que surgen en el día a día de las clases. Situaciones que exigen cualidades, como paciencia, para repetir explicaciones y aclaraciones siempre con el mismo énfasis e interés que la primera vez, como carácter, para mantener la disciplina y la atención sin necesidad de palabras ni asperezas, como, incluso diría yo, sentido del humor, para amenizar la exposición de la clase y, sobre todo, como ilusión, ilusión para intentar cada día mejorar, aprender y plantearse cada clase como un reto que hay que superar a plena satisfacción de todos, aunque hayan pasado cuarenta y seis cursos académicos. Como todavía siento esa ilusión y como todavía disfruto con mi trabajo, supongo que no tomé una decisión equivocada hace, eso, cuarenta y seis años, dedicándome a esta labor maravillosa que es la docencia.
La actividad docente debe ser gratificante, por lo menos en mi caso lo ha sido. Echaré de menos los buenos momentos que he pasado en el aula y las muestras de afecto que he recibido de los alumnos, independientemente de los aprobados y los suspensos.
¿Qué metodologías ha utilizado y cuál le parece más efectiva?
En cuanto a la forma de impartir la clase, seguro que cada profesor tendrá su metodología con la intención que sea la más adecuada a la asignatura y a las circunstancias que puedan concurrir. Probablemente, algo que todos haremos es impartir sensación de seguridad en la exposición, conociendo un bastante, o un mucho más, de la materia que estamos explicando. Como anécdota contaré que hace años un alumno me dijo textualmente “Sarmiento, usted un día me cuenta una cosa y la creo, al día siguiente me cuenta justo lo contrario y lo vuelvo a creer”. Esa seguridad que da el profesor, independiente del espíritu crítico que debe tener el alumno, nos permite conseguir los objetivos propuestos de atención, disciplina y buena comunicación.
¿Ha cambiado mucho la Ingeniería en estos años?
Me acuso de no usar prácticamente recursos informáticos en las clases, salvando representaciones gráficas que puedan aclarar conceptos. No he sabido explicar Cálculo I o Ampliación de Matemáticas o Álgebra sin utilizar exhaustivamente tiza antiguamente, rotulador ahora, y pizarra, mucha pizarra. Siempre que he podido he intentado motivar a los alumnos relacionando los conocimientos explicados con otras asignaturas y tecnologías. Por ejemplo, ahora recuerdo resolver circuitos de corriente alterna como aplicación de los números complejos y aplicar cálculo integral y diferencial en problemas de física y mecánica. Creo que se debe ir más allá del cálculo repetitivo y autómata, aclarando conceptos que los hagan extrapolables a otras materias, y, en cuanto a ese dilema que siempre tenemos de demostrar o no ciertas propiedades y expresiones, he intentado, asimismo, seguir la pauta que marca una frase que leí en mi época inicial en la universidad en un libro del matemático, ingeniero y gran pedagogo D. Pedro Puig Adam que traza una línea a este respecto y que ahora escribo de memoria, “En la enseñanza de las Matemáticas para un técnico, el rigor no debe ser considerado un estorbo ni convertido en una obsesión”.
Mis compañeros más cercanos me han oído decir siempre que mi máxima para las clases es muy simple, explicar alto, claro y despacio, para que puedan oír, entender y tomar notas. Digo lo de alto porque siempre he explicado mirando, preferentemente, a la última fila, sobre todo, en grupos numerosos. De hecho, cuando acaba el curso, conozco mejor a los alumnos más alejados.
¿Qué valoración hace de los estudiantes actualmente?
En cuanto al talante de los alumnos actuales, seguramente será de corte similar al de los alumnos de hace unas decenas de años. Las que han variado son las circunstancias que los rodean. Hasta hace unos doce años, por ejemplo, en Cálculo I, tanto en la ETSII como en la EUP, se impartían 5 horas/semana durante 30 semanas, ahora son 4 horas/semana en un período de 15 semanas. Es decir, hemos pasado de 150 horas en el curso académico, a 60 horas por curso, y los objetivos y competencias deberían mantenerse. Esto se traduce en que en Matemáticas tenemos que explicar menos materia y más rápido, con lo que los alumnos que empiezan el curso con más deficiencias de conocimientos tienen ahora más problemas para seguir con aprovechamiento óptimo la clase. Esto conlleva también que la formación matemática del graduado sea algo inferior a la de los antiguos ingenieros.
¿Cómo ve a la ULPGC?
No he nombrado la labor de investigación que debe ir en paralelo con la labor docente del profesor universitario. Desde luego, la universidad debe ser una gran fuente de investigación y debe favorecer y apoyar esta actividad del profesor todo lo posible. Pero, no olvidemos que detrás de un buen investigador debe haber una buena formación y esta formación exige que en el transcurso de los estudios de su carrera haya recibido y asimilado los conocimientos necesarios. Es decir, haya disfrutado, según cursaba estos estudios, de la buena labor docente de unos profesores. Sin que, en absoluto, tenga intención de crítica, creo que, en la universidad, en general, se contempla y valora de forma distinta la investigación que la docencia. Para aquella, hay reconocimientos curriculares y económicos, para esta, no hay índices ni “tramos”. Ha habido algún reconocimiento hace algunos años, pero, que desapareció posteriormente y que, por supuesto, no tenía efecto administrativo. Podríamos decir, sin que esto tenga corte melodramático, que el mérito investigador nos lo llevaremos en los papeles y el mérito docente en el corazón…
Gracias Antonio por la entrevista y muchas gracias por la labor docente realizada en estos 34 años que cumple el próximo 7 de julio en nuestra universidad.